Pichon, un creador de dispositivos desde lo existente

por Alejandro Simonetti

“Ajustar el traje al cuerpo y no el cuerpo al traje”, decía Arturo Jauretche, contraponiendo las “ciencias sociales de la calle” a las ciencias sociales importadoras seriales de categorías ajenas.

Enrique Pichon Rivière fue un agudo observador del “cuerpo” de sus pacientes y alumnos y de los grupos, organizaciones y comunidades.

Y de sus observaciones y análisis nacieron dispositivos nuevos, como el del grupo operativo. Ese dispositivo de trabajo fue diseñado desde el juego dialéctico de la continuidad de una tarea con la vivencia de la pluralidad latinoamericana en su grupo infantil de guricitos guaraníes, criollos e hijos del tano, gallego o del extraño francés que colgaba al sol sus elegantes trajes europeos y con sus múltiples experiencias grupales en Buenos Aires, Rosario, Tucumán y otras ciudades de la Argentina.

Y de esa dialéctica de la continuidad de núcleos identitarios con la pluralidad de estructuras derivadas de diferentes policausalidades, nació esa “técnica de los grupos operativos”, orientada a la movilización de las estructuras estereotipadas, mediante el análisis de las transferencias e ideologías contrapuestas que obstaculizan y facilitan, al ser elaboradas, el proceso grupal hacia el cambio planificado entre todos que nos hará crecientemente libres y felices.

“Su papá sí que compraba libros”, le decía a un hijo de Pichon un antiguo vendedor de la librería Faustus. “Llegaba y preguntaba quéhabía de nuevo, le daba un vistazo a los índices y se llevaba lo que le parecía interesante”.

Pienso que su escarbar en los índices de los libros que llegaban desde distintas partes del mundo tenía que ver con su obsesión por encontrar formas nuevas y mejores para analizar situaciones existentes y operar en ellas.

Su referente era la situación existente, lo que en su unidad de trabajo llamó, con un adjetivo verbal sustantivado, el existente, la situación existente en la vida de una persona, un grupo, una organización, un país.

Tenía la apertura del puerto de Buenos Aires, siempre abierto a las naves de todo el mundo, que le traían los valorados productos importados a cambio de los baratos cereales, carnes y cueros argentinos.

Pero, a diferencia del puerto porteño, Pichon tenía una mirada crítica que elegía, de esa “vidriera irrespetuosa de los cambalaches”, lo que le servía para trabajar con sus pacientes y alumnos criollos.

Podes Leer la nota completa de Alejandro Simonetti descargandote el libro Homenaje  de forma gratuita

Los Puentes que Construyo Enrique Pichón Riviere en la Argentina y Latinoamérica.

www.libropichon.com

 

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