AL TROESMA CON CARIÑO

Por Ronaldo Wright

Este mes se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Enrique Pichon-Rivière y la revista “Apuntes Grupales” me ha invitado a participar de su número especial de junio, homenajeándolo y subrayando la trascendencia tanto en Argentina como en América Latina del creador de nuestra Psicología Social. Desde ya agradezco esta nueva posibilidad de escribir unas breves líneas y sumarme a quienes lo recordamos desde el alma. Quisiera intentar armar un collage —ya que el maestro era afecto a tal modo de expresión artística— usando palabras de otros, palabras tanto emanadas de los discípulos que lo conocieron personalmente, como de aquellos que simplemente son seguidores de su obra y de su pensamiento. ¿Cómo era el fundador de la Psicología Social Argentina? ¿Qué/quién dicen que era? Dicen que era un bohemio, un hombre de la noche con mucha calle y mucha vida. Nada de lo humano le fue extraño. Un noctámbulo transgresor argentino-criollo, un arrabalero que no olvidó su condición de ginebrino de lengua francesa. Le gustaba curiosear los personajes de la noche. Creía que durante el día las personas tenían sus vidas harto planificadas, mientras que en la noche la soledad y el ocio se convertían en una desesperada búsqueda de acompañamiento, de contacto, de comunicación. Quizá por eso mismo fue un solitario armador de compañía, un faro inventando el mar. Un creador de oportunidades para que las palabrasy los deseos circulen. Era él un lugar de encuentro con los otros, como así también una incesante invitación a la creatividad en todos los ámbitos de la vida. Otros lo recuerdan como un baqueano en el mundo, un avezado experto en sortear las corrientes adversas a la marcha del navío. Con Heráclito había perfectamente aprendido —y aprehendido— la dialéctica que proviene del arte del timonel. Su pensamiento vivo sigue siendo emancipatorio, pues colectiviza, concientiza, conecta, apunta a la liberación de las condiciones concretas y cotidianas de la realidad humana. Le importaba destacar más la raíz que el origen de las cosas. Y sabía que toda teoría se prueba en la práctica. Su tiempo fue de luchas y proyectos, tiempo de realizaciones y de producción de ciudadanía. Los aportes del maestro señalaron la importancia de realizar una crítica de la vida cotidiana, esquivando las tentaciones de la repetición y los dogmas, de la estereotipia y la clausura. ¿Sería Pichon-Rivière incluso un visionario, un caraibé de esta época moderna? Tenues voces murmuran que parecía un médico del alma, una especie de shadú todopoderoso y afable cuando se lo abordaba. Su respuesta estaba siempre bien dispuesta, pues lo cierto es que poseía una extraordinaria capacidad de lectura de lo latente a partir de mínimos indicios, además de un insólito talento para metaforizar. Conjugaba, jugaba con, extraía el jugo para crear, para inventar (in-venire), para producir herramientas específicas de la práctica psicosocial.

Podes Leer la nota completa de Ronaldo Wright descargandote el libro Homenaje  de forma gratuita

Los Puentes que Construyó Enrique Pichón Riviere en la Argentina y Latinoamérica.

www.libropichon.com

 

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