La importancia de transitar por los puentes

Por P.S. Marisa Pavón

(Teoría. Práctica. Praxis) – (Pensar. Sentir. Hacer)

Escribir es aceptar una invitación a conversar con uno mismo, por lo menos hasta que llegue el momento en que el intercambio se produzca. Esperar que llegue ese momento del “ida y vuelta” es también una oportunidad para seguir pensando ya no por escrito, dado que ese texto, provisorio e intercambiable, se ha ido.

Comenzar por la metáfora del puente es una tentación que se puede aprovechar, y buscar todo aquello que se une por un puente. Inclusive si es una construcción realizada por Enrique Pichon Rivière con su teoría que hizo discutir, abrazar, reflexionar y a algunos quedarse con ella y otros desistir a seguirla (vaya uno a saber por qué motivos).

Aquí aparece una primera pregunta ¿La teoría de Enrique Pichon Rivière se reproduce o se reconstruye? ¿Ha sido tan estática como un puente (que apenas tiene la oscilación necesaria para no caer? Y entonces podemos ver cuántos nos hemos animado a seguir reflexionando sobre ella y dando a conocer otros tantos puntos de vista, conocimientos y experiencias a partir de la teoría “madre”. Cuántos nos hemos animado a modificar algún concepto, cómo ha sido ese proceso de cambio en quienes se lo han permitido.

¿Cómo se hace para llevar adelante un Esquema Conceptual abierto desde su creación? Para eso podemos pensar que es difícil la tarea pero necesaria e ir revisando en cada contexto actual los conceptos que nos fueron dados. Alguna vez utilizaba Ricardo Klein la metáfora del “saquito de té” para cuántas tazas de té iba a rendir el mismo saquito. Para quienes les interesa la tarea de reconocer con qué se cuenta y qué se hace necesario brindara el desafío de salir a buscar, y así seguramente ese “esquema abierto” ha sido y es una posibilidad.

Y entonces la metáfora del puente es una oportunidad de cruzar, las veces que sea necesario con conceptos que nos llamen, nos convoquen a la reflexión y el crecimiento de la teoría, todo esto necesario y posible luego de la praxis.

En algún tiempo leyendo teoría que iba a permitir que ese Esquema Conceptual creciera encontré a Denise Najmanovich1 con un racimo interesante de conceptos, que ofrecería para pensar las prácticas psicosociales. Esos encuentros con otros autores “no pichonianos” ponen a cada uno a trabajar fuertemente para saber o reconocer qué tanto hay en esas letras de aporte a la Psicología Social. Y hacer con ella (en sus textos) el recorrido de las ciencias que en comienzo era un universo predecible (por lo tanto tranquilizador) y entrados en el siglo XXI los escenarios sociales pasaron a requerir otra mirada y otras ciencias, el mundo se transformó en un espacio multidimensional y se paso de la única explicación a la proliferación dualista (cada polo se define a sí mismo, se excluye al otro polo, va en contrapartida de…) y así anduvimos explicando la realidad… hasta que se comprendió (y en eso se adelantó Enrique Pichon Rivière) que los vínculos son sistemas abiertos y organizaciones completas desde las cuales interactuamos con otros.-

Y ese entramado de vínculos nos mostró aún más a un SUJETO que no es la suma de capacidades o propiedades (o no sólo es eso) sino que es una organización emergente, que surge de la trama relacional. Así la Psicología Social ya nos enseñaba en tiempo de Pichon que “el sujeto mirando al sujeto se encuentra con sus propias limitaciones y sus propias posibilidades, allí se abre la creación”. A esto mismo ya pensado por nuestro maestro lo llamó y lo aseveramos “Sujeto Productor y Producido”.

La teoría sobre sujetos y vínculos, así como su comportamiento y lo emergente como salud o enfermedad será el modo en que nos presentó ese puente llamado la teoría de la Psicología Social.

Mas para este inquieto e inquietante Pichon Rivière el pensar no era suficiente y se abocó a la práctica y nos convidó con el hacer a través de métodos y técnicas diferentes, pero siempre recuperando la posibilidad de la comprensión de sujetos interactuando en grupos (internos y externos) para buscar aquella satisfacción a las necesidades. Cuánto habrá buscado en su forma de hacer la demostración, que como toda disciplina encontró en la tarea como centro y en las dimensiones de la misma, en la tarea explícita y la tarea implícita.

Tarea que siempre será un desafío llevar adelante, una nueva provocación que es la de la actualización constante, ya que enfocar sobre las necesidades grupales ha provocado un ritmo diferente en tiempo y espacio. La tecnología ha realizado lo suyo y quienes abordan la tarea como copensores, facilitadores, cooperadores del hacer van a tener que reajustar modernizando aquellas maneras, espacios, ámbitos, y entonces también hay que practicar cómo se hace, qué se modifica de nuestra teoría y finalmente como se repiensa y se reconceptualiza en una praxis.

Cuántas personas encontraron en los grupos la oportunidad de comprender con otras herramientas la realidad, la vida cotidiana ya no acrítica, sino todo el tiempo empujando para que lo mejor se alcance y no siempre sea “lo que está por venir”. Cuánto se logra a través de la praxis, más allá de lo que trasciende, se cuenta o se escribe.

Si los grupos ayudan a pensar, a construir nuevos conocimientos y aprendizajes, mientras “se hace camino al andar”, mientras se transitan los puentes necesarios, cuando el hacer es casi una excusa para seguirnos reconstruyendo, así y allí el sujeto se modifica y también se va modificando el grupo y su contexto. Cuántas posibilidades se abren para establecer una conexión diferente con el sentir de cada uno.

Esto de coherentizar el sentir, el pensar y el hacer deja abierta la posibilidad sobre el cómo se hacen los cambios. Esta invitación del maestro Enrique Pichon Rivière es a la vez un desafío para quienes se encuentran con que su teoría es tan práctica que conlleva la responsabilidad de hacer crecer a través de la praxis lo que se nos ha dado.

El encuentro con Enrique Pichon Rivière puede ser desde diferente interés o motivación pero siempre será algo que notaremos en nuestra subjetividad, dado que no pasará inadvertido, difícilmente podamos hablar de desencuentro con semejante persona y personalidad.

Vuelvo a la metáfora del puente para retomar ese encuentro con él, con sus textos, sus ejemplos, y lo que representa para quienes hoy seguimos haciendo Psicología Social.

Entonces el puente como oportunidad va a posibilitar que cada uno aproveche ese momento, que pueda elaborar lo que sería impedimento o pérdida y disfrute de seguir estando acompañado por el maestro.

Encontrarnos en el puente ha sido encontrarnos con la Psicología Social en una ocasión que se presentó casi imprevistamente o casi inesperadamente y a partir de ese encuentro con los textos, con coordinadores, con docentes y con compañeros del camino es que nos permite hacer otras cosas con esa oportunidad y así algo que era para aprender técnicas para el trabajo en grupos o un tiempo destinado a algo productivo pasó a ser un lugar desde donde acompañar los procesos de aprendizajes de otras personas en muy diferentes espacios y un lugar para desarrollar una profesión.

El tema es que hacemos con ese encuentro, cómo nos hacemos parte de la Psicología Social Pichoniana…

Para mi “Ser Psicólogo Social es una oportunidad de hacer cosas con la gente, para la gente y por la gente. Es tener la oportunidad de ver la realidad de este contexto de una forma diferente porque se incluye el proyecto de cambio y la resistencia, es esa forma dialéctica de comprender lo que ocurre, buscando que hacer para modificarlo”.

Alguna vez escribía y hoy lo afirmo “En qué condiciones se vuelve a dar una oportunidad, o si es suficiente que se den las condiciones para que esto vuelva a suceder, se puede decir que a veces si, a veces no. Una condición para darse cuenta de que vuelve a aparecer la oportunidad es estar atentos a esa oportunidad, es buscar que las condiciones se encuentren, es estar dispuestos a soñar con qué oportunidad se quiere encontrar, es algo de la imaginación y del deseo teniendo en el horizonte las ansias de ser concretado. Pero que no queda en el sueño sino que hay algo para hacer para que esas condiciones se encuentren y la oportunidad vuelva a darse”.

Escribir aquí sobre Enrique Pichon Riviere ha sido aceptar una hermosa invitación que el Centro PsicoSocial Argentino me brinda, y es poder estar con muchas personas, es decir estoy ya esperando el “ida y vuelta”, también aceptando el riesgo de mostrar lo que uno piensa. Tal vez porque forma parte de la formación recibida y multiplicada en cada espacio que se continua transitando.

Pero qué sería de la Psicología Social sin toda esta gente con la calidad y calidez necesaria para comprometerse con acciones, pensamientos y sentimientos que revalorizan aquello que Pichon Rivière comenzó…

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