Un virus siempre al acecho

P.S. Román Mazzilli

El fascismo es un virus creado por la sociedad.
Y no hay vacunas.
Todos lo tenemos latente en el cuerpo hasta que encuentra un elemento externo que lo activa.
Detectarlo es fácil en los otros, claro.
Yo cada mañana, cuando me levanto, me miro al espejo para ver si los niveles en sangre del germen ya llegaron hasta la mirada.
Después, si estoy en mi centro, trato de andar livianito, de hacerle un ole a los elementos alquímicos que acercarían la catástrofe, de tomar agua, de danzar, de cantar, de conversar.
Pero hay días en que me agarra mal parado y soy un facho mas.
Tal vez con cierta elegancia, con algunas herramientas dialécticas, pero con el basilo en la punta de la lengua o de las manos.
La complejidad del microbio es que afecta tanto la inteligencia como la sensibilidad. Y es mas, es toda una cepa virulenta cuando se mezcla con alguno de esos dos elementos.
Cada noche trato de calmar al corazón, de decirle que así no soy yo cuando esto ocurre, que trataré de estar atento a mi y a los seres que tengo cerca. Para ayudarlos si es necesario, para pedirles ayuda, si llega el caso.
Hasta ahora, de lo poco que existe en cuanto a antídotos, se sabe de algunas experiencias positivas de retroceso exponiéndolo a los abrazos, a la confianza, al amor, a la generosidad, al desinterés, a la compasión y algunos elementos mas.
Es un virus.
Está en todos.
Cuando acusamos a los otros, cuando los queremos destruir por su maldad, idiotez o por que no entienden, conviene recordar que ya lo tenemos adentro

3 comentarios sobre “Un virus siempre al acecho

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