Como se vive el aislamiento por Covi19 en Mar del Plata

Lucas Méndez – Psicoanalista. Psicólogo Social

Especial para Apuntes Grupales

La ciudad de Mar del Plata se encuentra en cuarentena desde el 19 de marzo próximo pasado. Unos días antes de que se emitiera el decreto que informaba sobre la A.S.P.O. el ritmo de la ciudad ya había decrecido y eso se notaba a simple vista. Nuestra ciudad está llegando al millón de habitantes permanentes, pero con una particularidad: aproximadamente el 40% de la sociedad marplatense son adultos mayores. Y esto podría tener severas consecuencias a la hora de enfrentar una enfermedad infecto-contagiosa de tanta potencia como el COVID19, con la particularidad que – los que son denominados población de riesgo, entre ellos los adultos mayores – tienen una muy baja perspectiva de vida, en caso de contagio. Para poder empezar a pensar en esto, debemos poder ser realistas: el coronavirus mata y lo hace rápidamente.

En el país, al día de hoy, hay más de dos mil contagiados. Mar del Plata, hace seis días que no registra contagios y tiene un total de seis. Dos de los más de cien muertos que se registraron en Argentina, perecieron aquí.

La ciudad reaccionó a la prevención y tomó medidas. El aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) fue acatado en un 90%, reservando el diez por ciento restante a las industrias esenciales, y algunos desacatados y desacatadas que también se vieron, aunque, sin mucho despliegue. Digamos que en líneas generales, la ciudad de Mar del Plata, es consciente de que esta enfermedad llegó y la respuesta social que debemos darle es seria y responsable. Sobre todo si casi la mitad de la población son adultos mayores. Si bien hay una perspectiva alentadora en cuanto a cómo se vienen presentando los casos en la ciudad, la Universidad Nacional de Mar del Plata, en un estudio presentado por la facultad de medicina, prevé que para mitad de mayo, podrían ser alrededor de 1600 los casos de COVID19 en nuestra ciudad, lo cual, es una cifra más que preocupante.

Para dar respuesta a esta posibilidad, el municipio – teniendo en cuenta que casi la totalidad de los negocios de la ciudad se encuentran cerrados – está trabajando con hoteles que utiliza para la internación de los casos en revisión y tiene preparadas camas para contagios leves que pudieran surgir.

En cuanto a los marplatenses, al igual que en diversos lugares del país, se están adoptando nuevas formas de agrupamiento, que tienen que ver con el uso de las herramientas tecnológicas. Los chicos en los colegios reciben material de estudio o trabajos prácticos a través de plataformas virtuales. Se realizan clases desde aplicaciones que permiten las reuniones multitudinarias y hasta las facultades de aquí están adoptando esta modalidad para poder dar continuidad a las actividades de enseñanza. Digamos que la cotidianidad se ve alterada por el aislamiento preventivo, pero se trata – en este tipo de actividades – de acondicionar herramientas al alcance y poder asistir. Del mismo modo, los psicoanalistas trabajamos en la atención de nuestros pacientes desde estas plataformas, una práctica que sosteníamos algunos, pero a la vista de esta situación, se ha vuelto el consultorio virtual. Desde el punto de vista psicosocial, podemos analizar esta situación como la adaptación activa a una instancia masiva que no encuentra precedentes. Entonces ¿cómo damos respuestas a una situación que nunca antes en la historia de nuestra cultura, nos ha tocado transitar? Digamos que si eventualmente nos encontráramos frente una situación de que reviste cierto trauma – por ejemplo la pérdida de un trabajo – sea posible desde la experiencia propia o desde la experiencia de algún ser muy cercano, comenzar a analizar respuestas, que tienen que ver con las necesidad. Digamos, que nos sería más sencillo analizar, pensar y en transitar este proceso. La dificultad hoy la encontramos cuando no podemos dar cuenta en nuestros registros de este tipo de situación, y allí la cosa toma otro color.

En general, son momentos de mucha angustia, incertidumbre. La sensación es de desamparo. Y todo esto activa resistencias, miedos.

Reorganizar desde la desorganización que nos produjo toda la situación, podría ser una alternativa para paliar este nivel de incertidumbre. Y reorganizar algo parcialmente, aspo mediante, es encontrar en las herramientas tecnológicas la manera de animarnos a pensar en grupo. Entendiendo que de ninguna manera esto será lo mismo que lo cotidiano antes de la explosión de la pandemia, pero asumiendo que puede ser un lugar que nos permita transitar la angustia co-pensando. Puede ser una clase virtual, puede ser una supervisión de trabajo, podemos tomar una sesión de análisis, o podemos hablar con un amigo o amiga. Hacer con lo que hay, quizá puede ser la consigna que nos permita pensar.

Me gustaría finalizar esta relato, recordando a nuestro maestro, Enrique Pichón Riviere y trayendo una frase que viene muy bien para estos días de pandemia:

«En tiempos de incertidumbre y desesperanza, es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”

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